ESCULTURA
La escultura en el Antiguo Egipto se practicaba desde el periodo Predinástico con admirable perfección en estatuaria y bajorrelieves, conservándose millares de objetos de una y otra clase labrados en madera, marfil, en bronce (a veces dorado y con incrustaciones de oro y plata), en barro cocido y, sobre todo, en piedra que para las estatuas suele ser de gran dureza.Los bajorrelieves egipcios se usan para inscripciones jeroglíficas, representaciones de dioses y faraones, de la vida doméstica, de faenas agrícolas o escenas de ultratumba y sobre todo para conmemorar las victorias de los faraones.
Las estatuas representan por lo general divinidades mitológicas, faraones, personajes importantes y a veces, personas sencillas ocupadas en quehaceres domésticos, en cámaras sepulcrales. Sus dimensiones varían considerablemente desde los grandes colosos de los templos de Abu Simbel que miden casi veinte metros hasta las minúsculas figurillas de tan solo algunos centímetros de longitud (generalmente, de barro cocido, barnizadas o esmaltadas). Los relieves estaban policromados con la técnica de pintura al temple. Se pueden contemplar en las vitrinas de diversos museos del mundo.
PALETA (PERIODO PREDINASTICO)
En la época de Zoser (2737-2717 a.C.) se hicieron grandes estatuas de los faraones y gobernantes sobre las que debían reposar los espíritus que perpetuaran la memoria de los difuntos. Hieratismo, rigidez, formas cúbicas y frontalidad son las características esenciales de la escultura egipcia. Primero se tallaba un bloque de piedra de forma rectangular, y después se dibujaba en el frente y en las dos caras laterales de la piedra la figura objeto de representación. La estatua resultante era, en consecuencia, una figura destinada a ser vista principalmente de frente (ley de la frontalidad). No había necesidad, pues, de esculpir la figura por todos sus lados, ya que el objetivo era crear una imagen eterna que representara la esencia y el espíritu de la persona retratada, para lo cual bastaba una composición frontal de la misma.
MENKAURA
La escultura en relieve servía a dos propósitos fundamentales: en los muros de los templos para glorificar al faraón; en las tumbas para preparar al espíritu en su camino hacia la eternidad. En las cámaras funerarias de las tumbas privadas es frecuente la decoración con escenas del muerto ocupado en las actividades cotidianas que desarrolló en vida. La forma de representación del cuerpo humano en dos dimensiones (frente y perfil), tanto en relieve como en pintura, vino determinada por el deseo de preservar la esencia de lo representado. Se buscaba, por encima de todo, la eternidad frente a lo transitorio. Como resultado de esto, se combina en las figuras la disposición de perfil para la cabeza y extremidades inferiores con la frontal de los ojos y el torso. Esta regla o canon se aplicó a los faraones y miembros de la nobleza, mientras que para los sirvientes y campesinos no se llegó a utilizar de manera tan exhaustiva. Los relieves solían pintarse para dar una mayor sensación de realidad, siendo frecuente la inclusión en ellos de diversos detalles sólo pintados, sin necesidad de haberlos tallado previamente en la roca. La pintura de carácter meramente decorativo aparece muy raras veces en las piezas del Imperio Antiguo que se han descubierto hasta el momento presente.
AJENATON
Las esculturas y bajorrelieves se ceñían a una serie de convencionalismos, cánones o normas que se mantuvieron invariables en casi todos los periodos durante tres mil años.
Ley de la Frontalidad: Las figuras son concebidas para ser vistas de frente; son muy simétricas, como si se hubieran esculpido respecto de un eje central, siendo las dos partes muy semejantes.
Jerarquía: Las figuras más importantes eran esculpidas más grandes y detalladas que las de los demás personajes, y mostraban actitudes hieráticas.
Hieratismo: con ausencia de expresividad y rigidez de actitudes, como signos de respeto y divinidad. Sólo en algunos periodos se acercó al naturalismo.
En los bajorrelieves, además:
Canon de perfil: las figuras se representaban con el rostro, brazos y piernas de perfil, mientras que el tronco y el ojo estaban esculpidos de frente, con un elegante criterio estético que perduro casi invariable.
Ausencia de perspectiva: No había profundidad sino yuxtaposición de figuras que se encuentran en un mismo plano.
Uso de colores planos: se utilizaron colores de tonos uniformes, con un código que respondía más a criterios simbólicos que realistas.
En la época de Ajenatón (Akenatón) hubo un cambio de cánones. Las figuras se representaron tal como eran realmente, sin idealizarlas y con una cierta tendencia a humanizarlas; aparecen con cabezas alargadas, gruesas y cortas piernas y estómagos abultados. También se aproximaban más al naturalismo muchas esculturas y representaciones grabadas en las tumbas de nobles y potentados de la época.